El aumento en la demanda de cobre en el mundo –debido a la transición energética y la descarbonización, así como el uso de vehículos eléctricos–, ha llevado a que el Perú, uno de los principales productores de cobre, tenga una excelente oportunidad para mejorar su economía y reducir la pobreza. Sin embargo, para lograrlo se necesitará un plan estratégico nacional con la participación de instituciones, empresas y el Estado.
El Perú tiene una cartera de más de 60 proyectos mineros, el 65% de los cuales son cupríferos. De concretarse esos proyectos, al 2031 se podrían bajar en 14 puntos porcentuales la pobreza en el país, alcanzar el 13% de crecimiento del PBI acumulado, beneficiar directamente a 16.6 millones de personas, generar 3.9 millones de empleos (directos e indirectos), y sumar S/ 85,000 millones en aportes tributarios al Estado y S/ 47,000 millones en compras a proveedores locales.
El mayor obstáculo para la producción de cobre en el Perú son los activistas antimineros y la izquierda radical, que manipulan a las comunidades locales y llevan a cabo actos vandálicos y bloqueos de carreteras que afectan la producción de minas clave, como Las Bambas y Cuajone. Y también todos las narrativas y discursos antimineros, que hasta ahora han impedido que grandes proyectos cupríferos como Conga, en Cajamarca, se hagan realidad. Precisamente en esa región se encuentran seis importantes proyectos mineros de cobre, agrupados en lo que se conoce como el “cinturón de cobre del norte”, con una cartera de inversiones que supera los US$ 16,200 millones. Los proyectos son: El Galeno, Conga, La Granja, Michiquillay y Cañariaco Norte. En conjunto, si estos proyectos estuvieran operativos, producirían anualmente 1.5 millones de toneladas métricas de cobre (TMC).
La estrategia de las oenegés anticapitalistas y el radicalismo antiminero en el llamado corredor minero del sur ha desplomado significativamente las posibilidades de producción anual de Las Bambas, una de las diez minas de cobre más grandes del planeta. Con una inversión de más de US$ 10,000 millones, Las Bambas tiene una proyección de producción anual de 400,000 TMC. Sin embargo, el año pasado, debido a los bloqueos antimineros y la invasión del tajo Chalcobamba, Las Bambas apenas produjo 220,000 TMC.
El Perú tiene la posibilidad de producir 5 millones de TMC de cara al 2031 gracias a los proyectos en cartera y a las ventajas geológicas del país. Desde el 2013 a la fecha, se ha duplicado la producción de cobre en el país. Sin embargo, para alcanzar la meta de los 5 millones de TMC anuales se requiere preparación y superar una serie de desafíos, como la conflictividad social y la mejora de la distribución de la renta generada por las empresas mineras (por impuestos, canon, regalías, etc.), que en su mayor parte pasan a las arcas de los gobiernos regionales. Y sabemos que la falta de capacidad administrativa y la corrupción reinantes en esa burocracia hacen que la riqueza generada por la minería no llegue a convertirse en mejores servicios para los peruanos más pobres.
El aumento de la demanda mundial de cobre y la oportunidad que representa para el Perú es una realidad, pero no se puede aprovechar esa oportunidad sin un plan estratégico bien estructurado, que tome en cuenta todas las variables que afectan a la industria minera, desde la producción y el suministro de materiales hasta la seguridad de las empresas y las relaciones con las poblaciones de la zona de influencia. Es necesario fomentar el diálogo entre las empresas mineras, las comunidades locales y el gobierno para establecer acuerdos que permitan el desarrollo sostenible de la minería y que beneficien a todos los peruanos.
Fuente: El Montonero