Por: Silas Ramos.
Que el Perú, en el contexto internacional, es un país pobre, no es ninguna novedad. El asunto es que la pobreza aquí, se ha hecho casi eterna. Cansa, les quita los sueños y esperanza a millones de peruanos. En las últimas décadas habíamos mantenido el nivel de pobreza en 20%, pero, gracias a los desaciertos de los últimos gobiernos; hoy 29% de peruanos están dentro de esa categoría (esto significa 9 millones 780 mil compatriotas). Esto quiere decir que, de cada 10 peruanos, 3 de ellos son pobres, porque están en pobreza monetaria. Entiéndase como «pobres monetarios», a aquellas personas que no pueden cubrir el costo de la Canasta Básica de Consumo, que incluye alimentos y no alimentos.
Todo esto lo sabemos, gracias a la publicación del informe: «Perú: Evolución de la Pobreza Monetaria 2014-2023», publicado por el INEI en esta semana. Tristemente, desde el Ejecutivo, se trató de minimizar e invisibilizar este informe. Que justo llega en un contexto de acusaciones y detenciones en la familia presidencial, y rodeado de las noticias de la ausencia de la Presidenta Dina Boluarte, por dos semanas, para realizarse cirugías estéticas. La ineficiencia es descomunal, mientras la economía de la gente se cae a pedazos, el Ejecutivo se distrae en evadir y ocultar sus escándalos.
¿Cuánto más? En nuestro querido Perú, pareciera que la pobreza es eterna. Y no porque no tengamos los recursos naturales, el capital humano, un gran ejercito de emprendedores, una marea de esforzados comerciantes que inician su jornada de madrugada; sino, porque nuestros gobernantes llegaron para enriquecerse ellos y sus aliados, y solo ellos. Se dice que solo para llegar nuevamente al 20% de pobres, se necesitará 20 años más. Nos espera un largo camino.
Vamos a salir de esto: con trabajo, con esfuerzo, con lágrimas, con gobernantes bien elegidos, con la seguridad que hemos aprendido la lección de elegir mal, con políticas claras y eficientes que no busquen beneficiar a los empresarios, sino al pueblo.