Por Óscar Valdés Dancuart
Siempre que hablamos de infraestructuras de soporte nos referimos a las carreteras, líneas férreas, puertos y aeropuertos. Normalmente, a través de los años, ha sido y es la ilusión de todos los peruanos que residimos fuera de la capital, Lima.
Esta, también, es una promesa incumplida de los candidatos durante sus peroratas en campañas electorales, al igual que otros organismos que lo mencionan en sus foros como son: el ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC), el Centro de Planeamiento Nacional (CEPLAN), la Autoridad Portuaria Nacional (APN) y la Corporación Peruana de Aeropuertos y Aviación Comercial (CORPAC).
Sin embargo, cuando examinamos como estamos en carreteras, observamos que hacia el Norte, con muchísimos defectos y carencias, se ha avanzado, pero no lo suficiente. Hacia el Sur es poco lo que se ha hecho y hacia el Centro tenemos lustros hablando de la nueva Carretera Central sin terminarla. Quizás un logro no muy promocionado son los avances de la carretera Longitudinal de la Sierra Tramo 4, que unirá Puno con la sierra norte, a lo largo del país; y la Interoceánica Sur, que atraviesa nuestra Amazonía, de oeste a este.
Respecto a líneas férreas, tenemos el Ferrocarril Central, el Ferrocarril del Sur y Sur-Oriente, el Ferrocarril Huancayo-Huancavelica y dejamos de contar. Existe la promesa de un tren para todo el litoral peruano, que vaya de Tumbes a Tacna, pero, aún no hay ‘rieles’.
En lo que a puertos se refiere, si bien es cierto, se han hecho realidad los puertos de Callao y Chancay, con sus defectos por falta de conexión con la ciudad puerto, también se ha trabajado en los puertos de Paita, Salaverry y Matarani, hay deuda con Ilo, Chimbote y Eten. El puerto Grau, en Tacna; y el de Corío, en Arequipa están en proyecto. Por otro lado, sigue existiendo la Empresa Nacional de Puertos (ENAPU), con toda su burocracia, a pesar que sólo tiene un puerto en el Pacífico y algunos fluviales, los cuales son simples muelles. ENAPU, en lugar de ser un ente promotor, es un obstáculo y malgasta los pocos ingresos del puerto de Ilo.
Referente a los aeropuertos, sólo el Jorge Chávez se ha modernizado, los regionales no están equipados, y el de Chincheros tiene años como promesa, aunque ahora parece que está avanzando, pero hasta que no lo acaben no se sabe qué pasará.
Desde su comienzo, en 2009, las empresas peruanas han financiado obras públicas por alrededor de 14,000 millones de soles a cambio de reducciones en el pago de impuestos, según la Agencia de Promoción de la Inversión Privada (PROINVERSION).
Sin embargo, podemos constatar que poco o nada se hace para cerrar las brechas, y mejorar algo que es vital para el desarrollo nacional y que toda inversión que se realice en este campo será fundamente para nuestro crecimiento económico y el bienestar de todos los que viven fuera de Lima.
Un desarrollo en infraestructura requiere muchísimo dinero y normalmente en el presupuesto de la República no tiene cabida un alto porcentaje de este para obras de infraestructura y para no quedarnos en el diagnóstico, que ya en el Perú hace tiempo anda sobrando, propongo que todas las obras por impuestos de los próximos gobiernos nacionales, regionales y locales se destinen a obras de infraestructura a lo largo y ancho del territorio nacional.
Estamos en un año electoral y no escuchamos a ningún candidato hablar de este tema tan importante para el futuro del país, esperemos que durante la campaña y los debates se ofrezcan hechos concretos como planes y programas al respecto que podrían ejecutarse en los próximos veinticinco años, remarcando los avances para los primeros cinco años de su gobierno.
Finalmente, hay que recordar que al hacer obras por impuestos estamos comprometiendo fondos de futuras gestiones y sólo debe invertirse en algo que sea necesario hoy, mañana y siempre como son las carreteras, vías ferroviarias, puertos y aeropuertos.
¡Las infraestructuras de soporte impulsan la economía, conectan nuestros pueblos y fortalecen la seguridad nacional!
(*) Expresidente del Consejo de Ministros

